LA REJA DEL MUERTO | LEYENDAS DE CHOLULA

Fecha: 2022-11-01T16:00

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...Hace muchos, pero muchos años, el panteón de la junta auxiliar de San Gregorio Zacapechpan fue mudo testigo de profanaciones de tumbas.

Los perpetradores robaban todo tipo de objetos valiosos que eran enterrados junto con los fallecidos, así como los adornos externos de los sepulcros.

Era el siglo XVIII cuando sucedieron estos acontecimientos.

Alarmados, los vecinos acordaron hacer guardias durante varias noches para descubrir qué sucedía. Pero, los ladrones se las ingeniaban para burlar la vigilancia y los esfuerzos de los pobladores resultaban siempre vanos.

Así, pasaron meses. 

Nada detenía las profanaciones, por lo que empezaron a circular rumores de que espíritus malignos eran los responsables de estos hechos misteriosos.

Impotentes, las familias de la junta auxiliar optaron por enterrar a sus difuntos solo con ropa, sin joyas ni otros objetos que apreciaban en vida.

Los saqueos continuaron durante varias décadas. Trascendieron el tiempo porque, aparentemente, los responsables no eran de este mundo.

Este fenómeno siguió hasta que vulgares ladrones intentaron aprovecharse de esta leyenda.

Un día, dos raterillos osaron llevarse las rejas de una tumba de quien en vida fue conocido como una muy buena persona.

Nada pasó en las horas siguientes. Fue hasta el tercer día en que los vecinos escucharon gritos de auxilio de una casa cercana al cerro Zapotecas.

Al acudir al lugar, descubrieron a dos maleantes encerrados con las mismas rejas que se habían robado previamente. Aterrorizados, los malhechores confesaron su culpa y señalaron que no sabían quién o qué los había atrapado.

A los pocos días, otros cuatro delincuentes aparecieron encerrados con las mismas rejas y en similares extrañas circunstancias.

Los casos se repitieron. Más ladrones que intentaban robar en el cementerio de esta junta auxiliar fueron castigados por seres sobrenaturales.

Con cierto alivio, los vecinos de San Gregorio Zacapechpan se convencieron que aquel espíritu que tanto alteraba la paz de sus seres queridos finalmente los libró de la maldición de las profanaciones, recuperando la tranquilidad y respeto para la memoria de sus difuntos.

(Recopilación Salvador Momox Pérez y Roberto Vélez de la Torre)