El trueque revivió este año con la visita de artesanos y productores agrícolas de municipios de la zona del volcán, de la Mixteca y de la sierra Norte, pero también de estados vecinos como Guerrero, Oaxaca, Morelos e incluso de Chiapas.

Como antaño, el corazón de Cholula latió fuerte con la venta y trueque de trastes de barro, ropa bordada a mano, canastos, inciensos, juguetes de madera, collares y aretes, muñecas de trapo, sombreros, plantas con propiedades medicinales y prendas de lana, entre otros objetos de origen artesanal.

No faltaron las frutas de la estación, especies, chapulines y cuetlas.

Desde que los primeros rayos de sol comenzaron a calentar la Plaza de la Concordia, ríos de turistas, vecinos y curiosos asistieron a presenciar el resurgimiento anual del trueque.

Además del intercambio que ocurre campesinos y artesanos, también las amas de casa, comerciantes y estudiantes llegaron con grandes bolsas de ropa usada en buen estado, papel higiénico, recipientes de plástico, artículos de tocador y despensa.

Aparentemente, la milenaria tradición del trueque ha resurgido con buenas expectativas, ahora que cuenta con la protección de un decreto gubernamental que la convirtió desde hace seis meses en Patrimonio Cultural Intangible del estado de Puebla.